La Luna juega mañana a primera hora con el corazón del león: Régulo, la estrella más brillante de la constelación de Leo. Están bastante altas en el este al amanecer, con Régulo hacia la parte superior izquierda de la Luna.
Si dispone de binoculares para observar la línea que separa la noche del día lunar, verá sombras alargadas proyectadas por los bordes de los cráteres, y por las montañas lunares.
A juzgar por las sombras, las montañas deberían ser escarpadas, pero no es así. Son suaves y redondeadas, lo cual dice mucho sobre su historia.
Las montañas escarpadas de la Tierra son recientes. Sin embargo, con el paso del tiempo, sufren erosión. El viento, la lluvia y los organismos vivos van desgastando las montañas. A lo largo de cientos de millones de años, las montañas pasaron de ser peñascos escarpados, como las Montañas Rocosas, a montes redondeados, como los Apalaches.
Por eso, las redondeadas montañas de la Luna también deben de ser viejas. En la Luna, sin embargo, no hay aire, ni agua, ni vida, por lo que la erosión tiene otra causa: los meteoritos. Los pequeños trozos de roca que caen en la Luna van desgastando las montañas. La mayoría de los meteoritos son del tamaño de granos de arena pero, como las montañas lunares se formaron hace mucho tiempo, han tenido mucho tiempo para desgastarse.
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